El insomnio es un problema principal para muchas personas y la hipersomnia, que no debe confundirse con la hipersomnolencia, existe y es un trastorno del sueño poco común. De difícil diagnóstico, la hipersomnia podría resumirse como una excesiva facilidad para conciliar el sueño durante el día. No estamos hablando, al menos desde la teoría clínica, de rutinas normales de sueño posibles gracias a los ritmos circadianos. De lo contrario. Una siesta que puede ocurrir en el trabajo, mientras se conduce o simplemente al estar sentado, apareciendo con demasiada frecuencia y sin ninguna causa visible.
No se trata de un sueño reparador ni de una siesta refinada. En realidad ni siquiera está relacionado con la dificultad para dormir por la noche, sino que también ocurre en personas que logran dormir bien. En estos casos se considera hipersomnia una somnolencia excesiva que, como veremos más adelante, puede tener múltiples causas. Aunque, lógicamente, la hipersomnia tiene más que ver con que las personas no duermen bien.
Lo que es obvio es que se trata de la aparición de estas siestas o sueño por la mañana o durante el día. Es una sintomatología con diferentes orígenes. Algunas tienen que ver con el propio control del sueño, pero también existen otras causas.
Entendiendo la hipersomnia
En términos generales, la hipersomnia corresponde a lo que se denomina somnolencia diurna excesiva. Tal y como se explica en los Manuales MSD, se puede resumir como “somnolencia excesiva o somnolencia diurna”. Detrás de ello, las más diversas causas.
Hay patrones que estarán determinados por otras enfermedades. Algunos de ellos pueden ser neurológicos y otros pueden estar directamente relacionados con el control del sueño y la vigilia. En este segundo caso, por ejemplo, encontraríamos una clara relación con la apnea del sueño. Sin embargo, existen varias causas como el enfisema pulmonar, la bronquitis crónica, el hipotiroidismo o algunas encefalopatías.
También puede ser causada por el consumo de ciertos medicamentos. Algunos pueden considerarse obvios, como los sedantes, hipnóticos, antidepresivos y ansiolíticos. Sin embargo, no están solos. Otros fármacos que a priori no están prescritos para tratamientos psiquiátricos o del sueño pueden tener efecto. Es el caso de los antihistamínicos para las alergias, pero también de los medicamentos contra la hipertensión arterial o los antiepilépticos. Por motivos muy distintos, todos ellos podrían generar hipersomnia.
¿Siempre? Evidentemente no, pero podría ser un factor de riesgo. Sin embargo, puede haber alguna comorbilidad entre las enfermedades. Por ejemplo, los pacientes deprimidos suelen sufrir insomnio, lo que acaba derivando en una posterior hipersomnia.
En cualquier caso, la realidad de la hipersomnia hay que buscarla mucho antes y en algo mucho más evidente: el sueño insuficiente. De hecho, es la causa más común y está relacionada con una mala higiene del sueño. Los trabajos con horario nocturno o turnos divididos tendrían este problema. Las personas que duermen menos de siete horas al día suelen explicar este exceso de somnolencia.
Diferencias entre hipersomnia e hipersomnolencia
Pueden parecer sinónimos, pero no lo son. En el caso de los primeros, como vimos antes, es un exceso de somnolencia lo que puede provocar una merma en el rendimiento diario. Aunque pueda parecer lo mismo, la hipersomnolencia se define como la incapacidad para permanecer despierto durante el día. Como resultado, la persona que sufre hipersomnolencia debe dormir mucho. De lo contrario, se producen episodios ocasionales de sueño, conocidos como «ataques de sueño».
No es una cuestión baladí. Conocida como somnolencia diurna excesiva (EDS), podría afectar al 30% de la población occidental, según una encuesta realizada por la National American Sleep Foundation. Como es evidente, las personas que padecen EDS están sometidas a graves dificultades a diario. Un menor rendimiento laboral o académico, una peor calidad de vida o un mayor riesgo de muerte en el trabajo, como por ejemplo un accidente, son mayores en este tipo de población.
¿Cómo combatir la hipersomnia?
No hay atajos ni recetas mágicas. Todo es un círculo vicioso que, lógicamente, hay que romper durmiendo más y mejor. Sin embargo, si esto no sucede, se debe consultar a un médico para determinar las causas. Comprobar primero si no se trata de un factor farmacológico y, a partir de ahí, buscar causas que puedan estar relacionadas con enfermedades neurológicas o afecciones de salud mental como ansiedad o depresión.
Más allá de eso, las llaves vuelven a aparecer. Mejorar la higiene del sueño con habitaciones ventiladas y con temperaturas moderadas, evitar dietas pesadas en la cena y retirar mamparas y elementos estimulantes al final del día están entre los consejos más habituales. También ayudará hacer ejercicio físico de forma continuada -nunca por la noche-, evitar el estrés y consumir productos como café, té o alcohol.