La vida se enriquece con la sencillez de las personas, quienes nos recuerdan que a veces menos es más. Son un ejemplo a seguir. Es importante aprender a dar prioridad a nuestras tareas y responsabilidades. La simplicidad de ideas no significa simplicidad, sino más bien humildad y imparcialidad.
La simplicidad es la forma de expresión genuina que surge del alma. Quien no busca llamar la atención con fuegos artificiales. Ese lenguaje con una sutileza y discreción que no impone nada, es justo lo que se necesita. Se trata de tener un gran amor por los detalles y la capacidad de ver más allá, desarrollando una mayor humanidad hacia uno mismo y hacia los demás, sin necesidad de desvalorizarse para complacer a los demás ni de tener baja autoestima.
Por eso algunos piensan que la simplicidad es un signo de respeto hacia los demás y hacia uno mismo, evitando la imposición, la queja o el juicio basado en una supuesta superioridad moral.
Es posible que no estemos habituados a ser tratados de esta manera o a recibir este tipo de atención todos los días. A menudo, las personas tienen grandes aspiraciones, sueños ambiciosos y hábitos que pueden alejarse de los actos simples y básicos que caracterizan la sencillez y la pureza. La humildad es una virtud que consiste en reconocer nuestras limitaciones, errores y debilidades sin presumir de lo que no se tiene o se sabe.
Es común que con el tiempo, nuestras circunstancias evolucionen y, por ende, nuestra percepción y manera de avanzar también lo hagan. Es probable que necesitemos desprendernos de varias capas para llegar a nuestra verdadera esencia, nutrir nuestro ser interno y hallar en él la felicidad.
La simplicidad, esa dimensión difícil de asumir
La sencillez implica aceptación, tranquilidad, respeto, pero sobre todo: asertividad y dignidad. No tiene nada que ver con ser mejor que los demás en ningún ámbito y mucho menos moralmente. Es mejor saber relacionarse con los demás de forma sana y asertiva, en nombre del equilibrio y la paz interior, sin caer en conductas que puedan causar daño deliberado, frente a una actitud soberbia, altiva o soberbia.
Simplicidad de pensamiento
- La simplicidad de pensamiento no es simplicidad de razonamiento. Al contrario: es la capacidad de ver las cosas tal como son, con total objetividad.
- Hay personas que ven la realidad y el comportamiento de los demás según sus creencias. Se atreven a juzgar y etiquetar; Las personas sencillas, en cambio, tienen la capacidad de ver las cosas “tal como son”, aceptándolas aunque no las compartan. Viven y dejan vivir. No les interesa imponerse ni distinguirse de los demás.
- Algo tan sencillo como ver las cosas con honestidad y objetividad nos permite actuar con más calma y éxito. Esta es una virtud muy saludable que debemos tener en cuenta.
El regalo de no sentir apego a nada
Es importante definir primero qué entendemos por apego. Los niños, por ejemplo, necesitan apego a sus padres para sentirse amados y seguros.
- Las parejas también necesitan apego a su pareja, pero un apego sano, nunca tóxico ni controlador.
- A su vez, las personas sencillas tienen la capacidad de no sentirse apegados a lo físico. Es decir, no deben tener más de lo que ya les rodea. No necesitan apegarse a nadie hasta el punto de quitarles su libertad, su identidad.
- La gente sencilla «es como es» y sobre todo «deja ser». No quieren imponer sus ideas, no juzgan, no discriminan y no intentan controlar.
unión con uno mismo
El autoconocimiento, los miedos que nos definen, las virtudes y las limitaciones son los caminos más fuertes hacia la autoaceptación.
- La autoaceptación es el primer paso hacia una tuvieron relaciones positivas y enriquecedoras .
- Quien se acepta a sí mismo acepta a los demás. Por eso, no espera a que el resto llene sus vacíos, aumente su autoestima o le aporte alegría cuando sus miedos le atacan.
- La gente humilde no espera nada de nadie, todo lo espera de sí mismos. De esta manera puedo ofrecer lo mejor a los demás, evitando decepciones.
El camino de la simplicidad
Es común que, en algún momento, a lo largo de la vida, demos ese paso hacia la humildad. Lo hacemos porque nos sentimos sobrecargados por un mundo competitivo y frenético, que nos aleja de lo más importante: el bienestar, la calma, la paz, los amigos, la familia y, por supuesto, nosotros mismos.
- Algo tan imprescindible como recordarlo «menos es más» puede ayudarnos a priorizar lo que puede hacernos felices.
- Ojo, esto no significa que se subestime el valor de la estabilidad financiera o de los bienes materiales, sino simplemente que pasan a un segundo plano en la lista de prioridades.
- Los actos simples son aquellos que poseen autenticidad de sentimiento y pureza de corazón. Por ejemplo, el aroma del café recién hecho por la mañana, una comida casera preparada con amor por un ser querido, la caricia de un ser querido, la risa de los niños, una conversación con amigos, un paseo por la playa, por el bosque. o en el centro histórico de una ciudad que nos fascina en cuerpo y alma.
Seguro que a tu alrededor tienes más de una persona con un alma sencilla y excepcional que enriquece tu vida. No hay que perderse, hay luces en el corazón de esta modernidad, a veces demasiado compleja. Son faros de riqueza emocional y humildad que iluminan los caminos. Merecen ser imitados.